Ayer fue el cumpleaños de mi abuela, entre café y masitas (cosas bien de viejas) charlas y demás cosas que no vienen realmente al tema pero que son una buena introducción, me di cuenta de lo feliz que estoy. Incluso ahora, hoy que me duele el estómago por haber comido tanta porquería estoy contenta. Quiero decir, es la primera vez que siento que estoy encaminada. Que incluso cuando siento miedo de que las cosas me salgan para atrás todavía avanzo hacia ellas. Aprendí que muchas cosas me salen mal, pero que es más interesante arreglarlas que lamentarse por ellas. Que tengo cosas importantes que otros no tienen, que nunca estoy sola, incluso cuando quiero estarlo.
Que amar es un dolor de cabeza constante, pero que me encanta sentirlo. Que solamente cambiarái una sola cosa, y sería para tenerlo cerca y no extrañarlo tanto. Soy feliz con cosas pequeñas como una tarde en casa mirando películas, con el sol picándome la piel en verano o un buen café caliente en invierno. Que no necesito riqueza para tener un imperio.
No hay nada en este momento que quiera y no tenga o nada que quiera y no pueda tener si me esfuerzo. Hoy me siento estúpidamente optimista, incluso si mi forma base siempre hubiera sido la tristeza. Y que feliz me hace eso tambien.
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