Vamos, miles de veces te sentiste así. No lo digas siquiera pero pensa en todas esas veces que sentiste a tus viejos y hermanos/as como tus enemigos en lugar de como tu primer círculo. Veces en las que sentiste que ellos no eran más que gente que quería lastimarte y que esperaba a que salieras de sus vidas cuanto antes. Situaciones en que incluso la palabra incomodidad te quedaba chica y estabas completamente fuera de lugar, porque en casa todo era guerra. Vos contra tu viejo, tu vieja contra tu hermana, tus hermanos contra ellos mismos. Tu viejo contra tu vieja. Vos contra todos. Y no hay un momento de paz.
Cuando las minas empiezan a estallarte en la cara todo es demasiado difícil y el último santuario, que era tu hogar, se convierte en ruinas. Y te sentís solo. Te sentís un irakí en Washington. Un pobre tipo en terreno enemigo. Un pobre tipo solo en un mundo que ya no le pertenece. No envidio a ese tipo, entiendo a ese tipo; soy ese pobre tipo. Mi hogar estalló, era un campo minado. Ahora no queda nada, es solo campo estéril. Ya no es hogar.
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