domingo, 5 de mayo de 2013

El poder de la indiferencia -

Si una persona nos decepciona es porque todavía esperábamos algo de el o ella. Todavía teníamos una esperanza de que las cosas fueran de otra manera, qué se la jugara. Siempre estamos esperando algo del otro, es inevitable. Que te cedan el asiento en el transporte público, que te alcancen eso que se te cayó, que te amen. Pero esperamos de más, esperamos demasiado quizás. Hay personas que no cambian, personas que no se la juegan, personas que no nos aman. Y nos lastiman, y nos rompen el corazón. Y a pesar de eso seguimos esperando algo de esas personas, somos masoquistas y pensamos que no está todo perdido, que de alguna manera mágica todo se va a arreglar. ¿Hasta donde es sano creer en el otro? ¿Hasta donde es justo creer en el otro? ¿Hasta donde merece el otro que creamos en él? Por lo general creemos en el otro hasta que nos duele como si nos estuvieran arrancando la piel a tiras. Dejamos que nos pisoteen el corazón y nuestras buenas intenciones como si tuviéramos otro de repuesto. Y no es justo, nadie merece tanto de nuestra parte. 

Yo soy de esas personas que no saben ser indiferentes, que entregan todo y que cuando me decepcionan me duele en lo más profundo, porque yo creía en lo bueno que esa persona tenía y que por alguna razón no me lo brinda. Admiro a la gente que cuando intentan lastimarlos son indiferentes y siguen adelante. Yo paso mucho tiempo lamiéndome las heridas y me retraigo, a veces creo que confiar está sobre valorado, que no es tan fácil como dice Hollywood. ¿Por qué me rechazas? ¿por qué sos indiferente conmigo? Y creo que no hay nada peor que eso, que esa persona te rechace o te falte, que se muestre indiferente hacia tu dolor, ¿no me amabas, acaso, o escuché mal? No, vos me dijiste que me amabas. ¿Por qué vos podes ser indiferente conmigo? la indiferencia es poder, vos podes hacer de cuenta que yo estoy muerta y yo no. La indiferencia es poder, el amor es servidumbre. El amante es esclavo de aquel que puede ignorarlo. Y el que es indiferente puede irse y volver cuando le plazca, porque nada lo ata, nada lo limita y el que ama siempre va a estar esperando. Ahora, ¿qué pasaría si el que ama se cansa, si el amante se cansa de ese juego enfermo y decide patear el tablero? ¿Donde los dejaría eso? Si los dos deciden ser indiferentes, ¿no se desperdiciaría todo lo que hicieron juntos? Creo que sí. Si ambos son indiferentes todo momento vivido se pierde, se decolora, son un camino que se separa. Se pierden para siempre. 

Pero, ¿es justo pedirle al amante que siga soportando? No, pero tampoco hay que pedírselo. El que ama aguanta por amor al otro, resiste contra viento y marea por esa persona que le hace sentir como ninguna otra. Siempre va a buscar otra alternativa, siempre va a volver a apostar por el otro, se la va a jugar. Con lo bueno y lo malo me gusta amarlo, me hace bien, me hace feliz, incluso cuando no lo merece o no vale la pena, amo amarlo. 


A veces me siento Claudio María Dominguez escribiendo, ew.

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