Hasta acá llegó la puta cuenta regresiva. No espero más. No lloro más. LLegué al límite, lo alcancé y lo destruí. Basta. Ya no espero más nada de nadie, ni pienso hacer más nada por la causa perdida ¿a titulo de qué? a ninguno. No peleo más y debería darme verguenza porque no soy así, pero no quiero hacer más por otro. No quiero hacer porque no hay devolución, es todo unilateral en este momento. Más cuando la culpa de la situación no es en sí por mi causa, porque no la genero.
Yo estoy acá, siempre estoy acá. Espero, espero y sigo esperando. No más. Ahora voy a dejar que me busquen, yo no busco más. No me preocupo más, porque cuando los demás necesitan estoy y cuando yo necesito tengo que andar ocultándome y rogando. Parte de eso es mi culpa por ser tan orgullosa. Una cosa es que me falten porque yo no les permito llegar y otra muy diferente es que me fallen. Que me dejen tirada como si fuera una muñeca de trapo rota. Soy demasiado idiota, doy demasiado. Y ahora no espero nada más y no pienso hacer nada más.
En pocos días me pasó demasiado, lo suficiente como para que me hiciera crecer de un cachetazo. Y cuando más desolada me sentí me di cuenta de que estaba sola. Porque una vez más me faltaba. Ya no quiero más y solamente estoy esperando el momento justo para darle punto final y basta.
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