Es difícil mantener un personaje, más durante tanto tiempo, más tan difícil a uno mismo. El personaje es una careta segura que mantiene a todo el mundo conforme, a todo el mundo algo apartado. Artt es el personaje, la mujer fuerte, decidida y de carácter que no llora, que no tiene miedo de fracasar o de no agradar. Es casi egoísta con los demás, pero se tiene como prioridad y es feliz con ello, sabe como conseguir lo que quiere y tiene claro lo que necesita. No le cuesta ser feliz porque no teme serlo. Artt es admirable, es aguerrida, tiene una voz que se escucha y nunca se da por vencida. Es luz y pasión. Y cuando la careta se rompe detrás de ella estoy yo. Escondida, escudada. Soy la otra cara de Géminis, la que llora, la que no sabe como hacer las cosas. La que fracasa y está llena de miedo, la viciosa y herida, la que está llena de cicatrices. Soy la cara oscura de la luna, la que vive en servidumbre para los demás y que no es capaz de levantar la cabeza. La que está acomplejada, la que teme al rechazo y a la soledad. Soy la cara que se odia, la que no se soporta, la cara que no está conforme con nada de lo que hace. Al final del día soy sangre a solas y a oscuras. Vergüenza. Dolor. Miedo.
Al final del día soy eso que el sol no quiere ver, eso a lo que el sol teme. Soy esa herida que sangra y late, que duele. Esa herida que me castiga por no haber podido aguantar, por no llegar a las expectativas, por no haber sabido como manejar las cosas. Me castigo porque nadie más va a hacerlo, porque nadie más parece interesado en hacerlo. Porque necesito sentir el rigor y ese dolor que se va apagando en la noche, que mancha las sábanas, que al día siguiente me hace sentir más vacía. Y eso es lo único que queda cuando el sol se va, cuando los amigos miran para otro lado, esa sensación de poder que da ese viejo amigo que regresa cuando no queda nadie. Poder sobre uno mismo, poder de lastimarse a uno mismo. Y es enfermo, pero no importa, ya nada importa porque encontraste paz, después de toda esa tormenta volvió por fin la paz que tanto necesitabas. Esa paz que sella con sangre nuevamente la careta del personaje. Esas cicatrices que te permiten volver a ser la persona que todos quieren que seas. De nuevo Artt.
Y la ruleta rusa vuelve a girar y apuntar.
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