Then live the rest of our life, but not together.
Había una vez una chica que encaraba su primer empleo fuera de la empresa familiar, había caído en un trabajo horrible, monótono y mal pago. Un trabajo que pensaba dejar incluso cuando era la mejor de su sector, un día en ese mismo trabajo ella conoció a un chico. El era muy diferente a ella, tanto en su historia de vida como en sus gustos pero eso no evitó que ambos dos se miraran y se gustaran. Antes de que pudieran darse cuenta y estaban juntos, compartían tiempo juntos, se escuchaban, se apoyaban y se retaban cuando era necesario. Se presentaron en sus familias, hicieron el amor, se enamoraron y empezaron a crecer juntos. Comenzaron a tener proyectos juntos, pretender una vida juntos, tener hijos, una casa. Los días se caían del calendario con una rapidez que a ellos no les importaba, estaban más allá del tiempo, eran infinitos. Él se enamoró de ella, pero ella no podía con eso, no podía contestarle de la misma manera.
El tiempo seguía pasando, él la sostuvo mientras ella lloraba, fueron a pasar el día al Tigre, caminaron por la costanera. Ella lo retó cuando quiso dejar los estudios. Los dos caminaban de la mano, ambos consiguieron trabajo a la par de sus estudios. Llegó la primavera, ella se enamoró perdidamente de él. Su mundo había dejado de girar para centrarse en él. Ambos siguieron estudiando, ella dejó de trabajar. Los días se convirtieron en un año. Ella le organizó una cena de a dos para él. Hicieron el amor un montón de veces más. El la cuidaba de todos los males, incluso de su mal carácter. Ella a veces lloraba cuando se peleaban porque no le gustaba aquello. Los días seguían escurriéndose. Tenían momentos mejores y peores, las tensiones de sus vidas los agobiaban pero todo terminaba bien al estar juntos. Ella amaba hacerle cartitas y regalarle chocolatines, él se encargaba de hacer el almuerzo porque ella no era muy ducha en el tema. Escuchaban música juntos, miraban películas. Ella lo acompañaba cada vez que tenía que presentarse a bailar porque amaba verlo.
Un día ella quedó embarazada. Treinta y cuatro días después, justo antes de contárselo a él lo perdió. Ella empezó a sentirse mal, como mujer, como madre, como la mujer de él. Las cosas se pusieron tensas de verdad, ella no podía acercarse a él y decirle como se sentía y mucho menos lo que había pasado. El se enojó por otras cosas y decidió terminar con ella, ella le contó lo que le pasó en un arranque de enojo. El se decepcionó de ella y se sintió traicionado. Ella intentó explicarle como se había sentido y como se sentía, él no quiso entenderla. Ellos se separaron de manera definitiva. El la acompañó un poco con el proceso médico de la pérdida y le dijo que hiciera su vida.
Ella se enojó con él y también se decepcionó, ella empezó a llorar más seguido y a retomar viejos vicios. Ella no supo más de él, ni para bien ni para mal. Sus amigos le dijeron que no valía la perna esperar, que él no valía la pena. Ella sabe que no es así, que esto no le quita su valor a él, que está actuando mal pero que todos nos equivocamos, como ella en su momento. Ella se cansó de esperar la nada y comenzó a hacer su vida, con todo la tristeza que eso conllevaba. Un día él le dijo que la amaba, incluso después de un tiempo separados. Ella no quiere creerle porque sabe que incluso amándose no pueden estar juntos. Ambos retomaron el silencio.
La vida que habían planeado juntos ahora tienen que vivirla, pero por separado.
El tiempo seguía pasando, él la sostuvo mientras ella lloraba, fueron a pasar el día al Tigre, caminaron por la costanera. Ella lo retó cuando quiso dejar los estudios. Los dos caminaban de la mano, ambos consiguieron trabajo a la par de sus estudios. Llegó la primavera, ella se enamoró perdidamente de él. Su mundo había dejado de girar para centrarse en él. Ambos siguieron estudiando, ella dejó de trabajar. Los días se convirtieron en un año. Ella le organizó una cena de a dos para él. Hicieron el amor un montón de veces más. El la cuidaba de todos los males, incluso de su mal carácter. Ella a veces lloraba cuando se peleaban porque no le gustaba aquello. Los días seguían escurriéndose. Tenían momentos mejores y peores, las tensiones de sus vidas los agobiaban pero todo terminaba bien al estar juntos. Ella amaba hacerle cartitas y regalarle chocolatines, él se encargaba de hacer el almuerzo porque ella no era muy ducha en el tema. Escuchaban música juntos, miraban películas. Ella lo acompañaba cada vez que tenía que presentarse a bailar porque amaba verlo.
Un día ella quedó embarazada. Treinta y cuatro días después, justo antes de contárselo a él lo perdió. Ella empezó a sentirse mal, como mujer, como madre, como la mujer de él. Las cosas se pusieron tensas de verdad, ella no podía acercarse a él y decirle como se sentía y mucho menos lo que había pasado. El se enojó por otras cosas y decidió terminar con ella, ella le contó lo que le pasó en un arranque de enojo. El se decepcionó de ella y se sintió traicionado. Ella intentó explicarle como se había sentido y como se sentía, él no quiso entenderla. Ellos se separaron de manera definitiva. El la acompañó un poco con el proceso médico de la pérdida y le dijo que hiciera su vida.
Ella se enojó con él y también se decepcionó, ella empezó a llorar más seguido y a retomar viejos vicios. Ella no supo más de él, ni para bien ni para mal. Sus amigos le dijeron que no valía la perna esperar, que él no valía la pena. Ella sabe que no es así, que esto no le quita su valor a él, que está actuando mal pero que todos nos equivocamos, como ella en su momento. Ella se cansó de esperar la nada y comenzó a hacer su vida, con todo la tristeza que eso conllevaba. Un día él le dijo que la amaba, incluso después de un tiempo separados. Ella no quiere creerle porque sabe que incluso amándose no pueden estar juntos. Ambos retomaron el silencio.
La vida que habían planeado juntos ahora tienen que vivirla, pero por separado.
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