viernes, 15 de noviembre de 2013

La condena a muerte -

Quisiera hablar de otros, de las personas que viven encadenados y en una eterna peregrinación hacia el abismo. Personas que viven encerradas y que se condenan a una relación que no sienten, una relación que 'no da para más' pero en la que siguen metidos esperando una guillotina que posiblemente nunca caiga fría sobre sus nucas. ¿Para qué? ¿Con qué fin? Una vez que la planta muere solo queda arrancarla, mantenerla en la maceta no sirve de nada. Acá nos pasa lo mismo, las parejas se resecan pero los hay que prefieren la infamia de condenarse a vivir una vida sin amor a salir de la jaula dorada en busca de lo que les hace falta, de lo que realmente necesitan. 

Jugar al marido modelo o a la novia devota no sirve, mucho menos cuando en lo más íntimo de tu mente estás deseando a alguien más. Me estás deseando. Y yo a vos, pero todas las noches dormimos en camas separadas, vos con tu mujer a la que no amas, yo sola. Ya me tocó el papel de cornuda, no voy a aceptar el de la otra. Ya lo dijo Marilyn una vez, 'No creo que ningún hombre valga tanto para tener dos mujeres, ni que una mujer valga tan poco para ser la segunda'. Y es verdad, vos queres el pan y la torta. Decís que es blanco o negro cuando estás parado en el gris más asqueroso esperando a que yo entre en un juego enfermo donde no puedo ser más que la gran perdedora.

¿Qué ganas vos? ¿qué gano yo? ¿qué ganamos nosotros? Nada. Entre nosotros no puede haber nada, entre nosotros solo está tu mujer y la relación podrida que te negas a tirar. No hay lugar para mí, es hora que lo entiendas y te resignes como yo lo hice.

No hubo intentos de mi parte, ni acercamientos. Ni siquiera hoy, con las ganas a flor de piel, los hay. Porque no corresponden, porque no deben ser. Entre nosotros hay un abismo con el nombre de tu mujer que yo no voy a saltar. Y que nos va a separar para siempre, porque vos no la vas a dejar, yo no soy ninguna tonta.

Acá muere el nosotros que nunca llegó a ser.