sábado, 25 de septiembre de 2010

Autodestrucción, para uno mismo y de uno mismo para con los demás.

Alguien me dijo una vez que todavía me estoy construyendo, que soy un poco más que cimientos en este momento. Que el día que corte la cinta de inauguración voy a ser, finalmente, un imperio. Hasta el día de la fecha no conozco ningún imperio que haya sobrevivido a las guerras o a s mismo. No quiero ser un imperio. No. En mis cimientos ya está instalada la semilla de la autodestrucción, ya me jodí muchas veces y ni siquiera soy algo sólido. Llevo grietas que nadie ve pero que están ahí atormentándome, amenazando constantemente con hacer que me desplome.

Y yo tuve la culpa de esas grietas, yo quise que estuvieran donde están. No le tengo miedo ni a Esparta ni a Roma, me tengo miedo a mi misma. Soy mi peor enemiga, lo sé. Quizá sea por eso que no quiero ser un imperio, la revolución interna. Esos cambios profundos que siempre dejan huella, no quiero más mareas. No. Todavía me falta demasiado para llegar al estadio de imperio, pero sino corrijo desde mis cimientos no tengo oportunidad de llegar a pueblo siquiera.

Porque incluso sintiendo miedo tengo el impulso imperante de crecer, de conquistar. Destruir a los demás. Someterlos a mí. Y sé que eso está mal, por eso no quiero ser un imperio. No quiero prisioneros de guerra, ni saqueos. No quiero tumbas que llorar ni el odio de mis vecinos. No podría, no puedo. Me niego a ser un imperio. No a costa de otros. Pero no puedo reprimir m ferocidad, la bestia aullando y buscando desesperada saciedad. Incluso si fuera necesario, no quiero hacerlo porque no quiero cagar en mis hombros con lo que significaría saber que yo destruí a mis hermanos o a mi amante.

Y resulta curioso porque mucho antes de ser imperio ya me siento en ruinas, saqueada. Como sino tuviera más que ofrecerle al mundo que no fuera un millón de supuestos sobre lo que fui alguna vez. Es de verdad curioso, porque muchas veces me sentí así y ni siquiera terminé de ser. Puramente curioso. De uno u otro modo estoy destinada a la autodestrucción, porque nadie es tan fuerte como yo como para terminar de abatirme jamás. Soy la única que sabe donde realmente duele y donde está el corazón. A veces me pregunto por qué la gente cree que voy a llegar tan lejos, otras veces me pregunto por qué hay personas que no pueden ver mi potencial, el futuro imperio. Le dije a esa misma persona que no quería ser un imperio porque no quería lastimarlo y él simplemente me contestó “vamos a estar bien” Ojala así sea, ojala así sea.

No hay comentarios:

Publicar un comentario