martes, 14 de diciembre de 2010

Vómito rosa *

Primero que nada quiero dejar sentado que en este momento creo que sos un imbécil. Pero que más imbécil soy yo por esto, porque es como tirar una pelota a la pared. La pared no devuelve el golpe, la pelota simplemente rebota por algún asunto de física, o algo así que desconozco.

Terminé los examenes, hasta febrero no piso la cochina universidad. Pero me siento más cansada y estresada que en plena temporada de parciales. La temporada de molestia me está durando demasiado y recién ahora cuando siento que estoy tirando por la borda una de las cosas que más me importan entiendo por qué. Estoy completamente desequilibrada. Emocionalmente. Estoy en abstinencia de mi misma y no puedo más. Fue estresante entender cual era esa abstinencia, pero supe que era y como parar a tiempo. Prefiero esta abstinencia horrenda a lamentarme por haber sido demasiado débil de nuevo.


En este momento estoy cansada de Disney, de Hollywood, de las canciones de amor y de todo lo que vende ese final feliz lleno de gente que encuentra el amor. Son dos palabras de mierda, pero en este momento son las que más ansío escuchar. A mi no me pasa, a mi no me aman. Y yo amo. Sartre tiene razón cuando aplica la dialéctica del Amo y el esclavo de Hegel al amor y dice que quien más ama es quien está sometido en la relación. Cuando tendría que ser al revés. Porque hasta donde yo sé (que no es mucho, sino más bien poco) el amar no está mal.

Le dije a un amigo que me encantaría que su amor no me importe, pero me importa demasiado. Al inicio tenía la esperanza de que al menos en su corazón poder ser la primera, ya que no soy ni la primer novia, ni la primer mujer en su cama. Quería ser esa a la que él amara. Pero ya no, no más. Hace rato perdí esa ilusión.

Mujeres, sí él te ama te lo dice. Basta de joder con esa creencia estúpida con la que nos damos animos las unas a las otras como imbéciles de "Te ama, pero debe de tener miedo de decírtelo" ¡NO! Los hombre son muy básicos. Quieren comer, comen. Quieren hablar, hablan. Quieren amar, aman. Nosotras somos las tontas complicadas que le hacemos caso a las novelas de amor y que vemos un príncipe en un sapo. Vamos, los principes y caballeros murieron con la edad media, y los que quedan son parte del arte renacentista. Y no quiero menospreciar a los hombres de hoy, pero ellos no son la copia fiel de lo que las mujeres solemos buscar. Esa es la cruda verdad.

Quien no se sienta identificada(o) que arroje la primer piedra.

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