jueves, 21 de julio de 2011

Diagnóstico; corazón con augeritos.

Las charlas con amigas son armas de doble filo. Te pueden hacer reír, hablar de sexo, aprender de sexo, informarte de la vida de tus amigas, de sus planes, de sus miedos y por el otro lado te puede hablar de tus planes y peor; de tus miedos. Ahí es cuando una empieza a pensar, cuando las ideas dejan de fluir y se ponen los guantes de box para darse unas contra otras sin que puedas sacar nada en limpio. La conversación comienza a ponerse incómoda y empezas a esquivar las preguntas porque no querés seguir encontrando manchas. Te das cuenta que estás haciendo que alguien pague los platos rotos de otra persona, que estás cerrada y hasta asustada de tener que compartir tu vida con otra persona. De amarla ni hablar, esas son palabras mayores para las que te sentís completamente incapaz.

Ese es el punto de climax de toda tu conversación interna. Acabas de descubrir algo que te quema por dentro y que te hace sentir el peor pedazo de existencia sobre el mundo. Querés amarlo y no podés, sabes que él lo merece y así y todo no podés dárselo. ¿Y entonces, qué hacer? Gran pregunta sin respuesta aparente. Te dan ganas de gritar de la frustración, para esta altura todo te duele y los te amo que él te da son más de lo que mereces. Querés salir corriendo y encerrarte donde no puedan encontrarte, no querés estar nisiquiera con tu alma, no te soportas ni vos, lo que no es novedad porque nunca fuiste una gran amiga tuya, pero ahora sos tu peor enemiga. ¿Cómo le podés estar haciendo eso? No tenés derecho y sos demasiado egoísta para dejarlo ir.

Querés tenerlo con vos, esa es la verdad. Sabes que hay una magia especial en esos ojos chocolate que puede con vos, que te vuelve más mujer y que te trae de vuelta a casa. No tenés idea de cómo lo hace, no ves en el momento en el que él esconde el pañuelo antes de hacer el truco ante tus ojos pero estás encantada con ser su público. Y él te dice todavía lo amas con una aceptación del tema que es más resignación y dolor que otra cosa. Se te parte el alma, no puede ser de otra manera. Vos negas, lo negas a muerte porque algo adentro tuyo sabe que no es así, que ya no le perteneces a ese que te dejó pero que tampoco sos de nadie, mucho menos tuya. De nuevo esos ojos brillantes y esa sonrisa dulce. Esos ojos que te miran con ternura y esos brazos que te sostienen cuando lo querés largar todo. Algo adentro tuyo se enoja cuando él te suelta para acomodarse de nuevo en la cama, no querés estar sin él, no querés que te suelte.

Quizá estés un poco quivocada, quizá estés un poco enamorada. Quizá tengan una esperanza.

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