sábado, 7 de diciembre de 2013

A veces los leones mueren

También lo hacen las águilas, los zorros, las ballenas. Lo hacen los padres, los abuelos, los hermanos, en los peores casos los hijos. E incluso los tíos. No importa por qué, no importa cómo, pero todos terminamos al final del mismo túnel, tiempo más, tiempo menos todos volvemos a reencontrarnos y en eso confío. Lo bueno es que el cuerpo ya no te encierra, desaparecieron los límites y hoy sos libre. Tu alma está libre. Pero nosotros, imperfectos, vamos a extrañar el cuerpo y todo lo que representaba.

Nosotros, imperfectos, vamos a extrañar esa voz consejera y esperanzadora.
Nosotros, imperfectos, vamos a extrañar esa risa contagiosa y cómplice.
Nosotros, imperfectos, vamos a extrañar esa mirada pícara y a la vez sabia. 

Y a pesar de todo fue mejor así, que te fueras mientras aún eras a quien amamos y no cuando ya no te reconocieras. Que te fueras con la dignidad del león, siempre Rey hasta el final. 

Gracias por los consejos y los abrazos, gracias por los chistes y el mate. Gracias por las recetas de cocina y las charlas por teléfono. Gracias por El Principito y los libros chanchos. Gracias por darme el amor más incondicional y perenne de este mundo, la lectura. Sé que vas a estar conmigo en cada página, como lo estuviste en cada paso de mi vida. 

Por creer en mi, en mis líneas y mi guitarra. Por ser como una madre y una guía cuando me sentí sola y perdida. Por entenderme y no juzgar jamás. 

Yo, imperfecta, te voy a extrañar tía. 

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